Valoración:
Reseñas
Sam Mendes apunta al Oscar en una producción cruda pero muy humana.
Quizás sea, o no, contradictorio decir que 1917 es una simple película. Pero para mí, lo es. Es simple en casi todos los aspectos excepto en los físicos, palpables, exhaustivos: El caminar por el barro de la guerra y la técnica de esta película son complejos, gigantes, hermosos y horribles. Pero en su alma, es simple. Es la simple y más antigua historia que existe, la travesía de la heroína o el héroe, el camino del humano o humana; que honestamente ya cansados nos tiene de tantas repeticiones, pero no podemos evitar y tratar de contar la mejor historia que podamos sobre estos viajes.
Mendes sabe lo grande que es lo que cuenta y no quiere mostrar de más. El camino ya de por si es extremadamente difícil, ¿por qué complicarlo más en su narración? Por un lado, el enorme trabajo fotográfico de Roger Deakisn hizo posible un apartado técnico infartante. Aunque es cierto y es irónico que al realizar este film en un supuesto plano secuencia, complicó más el rodaje que si se permitiera el montaje por cortes.
La dirección de Mendes es suave, no peca hacia la soberbia. Su dirección es la de levemente abstenerse y adentrarse. Cosa que algunos pueden criticar de simples paneos en 360º y travellings que se agotan rápidamente; pero ignoran el hecho de que los sucesos son distintos. Un plano secuencia es constante transformación. No es lo mismo el travelling para atrás del inicio, que otro travelling out en la trinchera final. Evocan dos cosas distintas.
Mendes, dada la formalidad de su película, busca como puede, una composición con esos paneos y travellings que logre, a veces sin que se note, otras veces explícitamente, la evocación que desea. Eso es, en sí, un riesgo bastante jugado. Porque apuesta en que el punto medio entre esa observación y lo observado haga la película. Como dije antes, ya de por si lo que ocurre es devastador e inmenso, y resulta una buena decisión no querer aumentar más eso en la dirección. Le da lugar a que la dramatización, la emoción, lo épico, la psicología, entren en gran potencia por otras áreas que hacen a un film: Todo lo que hay o no en aquello que ocupe el lugar, desde la tierra hasta los sonidos. Una de las cosas que lentamente me fue creciendo viendo la película fue la textura.
Los cuerpos, terrenos, descompuestos, por los cuales los personajes atraviesan literalmente con las manos. Quizás ya hace rato sabemos que todo es falso y nos cuesta creerle a un film. Pero cuando ves a alguien, falso o no, que no para de caminar a través de cuerpos muertos y literalmente tocarlos por 2 horas, en algún momento tu mente reacciona, y piensa el peso psicológico que debe haber sido eso si le pasó de verdad a alguien. Que cosa más horrible la de arrastrarse por un rió lleno de cuerpos muertos inflados por el agua, después de haber pasado ya una buena cantidad de cosas realmente exhaustivas y traumatizantes.
Esas imágenes en el film, tuvieron el mismo valor de impacto que imágenes de cuerpos reales tomadas en las guerras. Quizás más, porque ya venía cargado de muchísimas otras eventualidades dadas por el diseño de producción, junto con la fotografía e iluminación de Deakins, el desplazamiento sonido y la música.
Y si tan pecaminoso es usar música “intensa”, ¿por qué no una fotografía “exagerada” no es pecaminosa? Sus elementos tienen que servir a la historia. En este film, lo hacen. Y todo esto mientras Mendes mantiene un punto medio. Mantener el equilibrio no es fácil.Mucho se dice de que la gran y compleja técnica supuestamente deja sin alma al film. Que revela mucho su artificio. ¿En qué momento nos olvidamos que el cine es artificio? Un artificio, que cuenta una mentira, que espera hacer sentir la verdad. “El arte es una mentira para contar la verdad” supuestamente dijo Picasso.
Porque a esta altura ya todos sabemos que no hay verdades, solo las que uno toma (por razón, por sentimiento o por imposición) para sí. El montaje – los cortes – son artificio puro, pero claro, hace rato que manejamos los cortes, hace rato que el montaje es «invisible» y hace rato que es explícito también. La reacción a los llamativos jump-cuts de Godard que la gente vio en el cine seguramente fueron tan chocantes como los primeros cortes de Griffith, supuestamente invisibles ahora. No estamos acostumbrados a los planos secuencias. Por eso son llamativos cuando aparecen. Y eso que hace rato que dan vueltas.
La cuestión, entonces, es la de siempre: Si todo es artificio, y una vez que nos acostumbremos a él o lo dejamos de notar explícitamente, ¿cómo usamos esas mentiras para contar lo que se quiere contar? Sam Mendes cuenta una muy simple y lineal historia de dos soldados con un camino a seguir. Con un objetivo que no es menor; es una película bélica cuyo objetivo principal es evitar una batalla.
A mi parecer, Mendes vio lo que tenía adelante e hizo una buena decisión al querer ir observando a estos personajes, en ese período de tiempo, a través de todo lo que ocurre; casi como “en la vida real”, donde “no hay cortes.” Esta historia se merecía ser contada así. Son dos jóvenes, uno algo ingenuo, otro más cauteloso, pero ambos con vigor para avanzar, como la cámara que se adelanta a ellos o los sigue; los 3 adentrándose en ese terreno desconocido y atroz.
Mendes narra a sus personajes como la historia demanda, sin mucho tiempo para conocerlos en profundidad, pero conocerlos lo necesario. Y narra sin exagerar demasiado los eventos por los que ellos pasan, que ya de por sí son exagerados. Logrando así, para mí, que lo formal se encuentre con su contenido en un punto justo.
Es una película tan simple o equilibrada en su narración, que por eso quizás se la acusa de vaga o de videojuego. ¿Pero quién dijo que un vago o un videojuego no pueden narrar bien una historia? Scorsese acusa, y con toda razón, a Marvel porque sus películas son como juegos, los cuales están hechos principalmente para generar mucha adrenalina fácilmente. Pero debo decir que en menor medida el cine también puede darte adrenalina, ya que hay formas de manejar la tensión, poner alerta a la audiencia. La diferencia está en que no se quede solo con eso, porque en ese caso, si es solo un juego.
1917 tiene mucha adrenalina porque es lo que su historia pide. Parece que no tiene mucho tiempo para levantar el otro lado de la balanza, pero si, por sus actores y por donde caminan, se arrastran o con quienes se encuentran. Por como la cámara se adentra o se abstrae cuando debe y puede. Es imposible olvidarte cada peso que agregan los shockeantes eventos a las mentes y cuerpos de esos personajes. Estas viendo, mediante una mentira que quizás cuente la verdad, personas que sufrieron todo eso.
Nunca me voy a olvidar la cara de George McKay petrificada, casi muerto. No se olvida que por poco que lo mencionen, Schofield y Blake son personas, que tienen una vida fuera de la guerra.Son esos pocos momentos donde se respira un aire frio, caliente o tibio, que da lugar a los personajes, junto con la audiencia, para que vayan apenas aprehendiendo lo que pasa. Después, en algún árbol vivo, y no en un tronco caído, descansaremos. Porque sí, para alguien que pudo haber muerto, volver a un árbol florecido, puede serlo todo.